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La Columna De : Jorge “Chillanejo” Cabezas , “TIEMPOS DIFÍCILES PARA SER NARANJA”

TIEMPOS DIFÍCILES PARA SER NARANJA.

¿Por qué eres de Cobreloa? ¿Eres de Calama? ¿Tienes familia allá en el norte? Son
preguntas recurrentes en mi vida. Soy chillanejo, pero me hice cobreloino en Marchigue,
pueblo del secano costero de la región de O’Higgins, lugar donde viví mis primeros años.
En ese tiempo, plena década del 90’, ser hincha de Cobreloa claramente carecía de
atractivo. La lejanía, el cerco informativo de la prensa deportiva y las irregulares
campañas del equipo, hacían de ser hincha del naranja una verdadera quimera. Mi padre
colocolino, a través de regalos y argumentos llenos de fanatismo, buscaron desviar mi
camino, pero no, seguí firme en mi convicción de ser el único niño con polera naranja en
ese lugar.
Recuerdo como si fuera hoy el partido que definió mi condición de zorro del desierto. Final
de Copa Chile de 1995, en donde perdimos dramáticamente ante la poderosa UC de
Gorosito, Acosta y Rozental. Esa noche lloré, y sufrí mi primera gran desilusión deportiva.
No entendía la causa. Con el tiempo comprendí la razón de mi dolor. Mi corazón ya era
naranja. Lo hermoso de su camiseta e insignia, la garra y entrega de Puebla, Cornejo y la
calidad y el talento de Riveros, “Hueso” Glaría y “Heidi” González, fueron algunas razones
de mi encantamiento. Luego, con los años, fui descubriendo que lo mío era amor puro. Me
hice hincha del club en quizá el momento más triste de su rica historia hasta ese tiempo.
Años en donde los títulos no se veían con la frecuencia de la década anterior, periodo en
donde el número de socios y la asistencia al municipal eran cada vez más bajas, al igual
la vinculación y aporte de Codelco con el club. De igual modo fueron años hermosos, de
fanatismo y locura por mi Cobreloa. Recuerdo con cariño y nostalgia esas navidades en la
escuelita de Marchigue, en donde ilusionado esperaba que el regalo del viejo pascuero
fuera la “3” de Puebla, la “9” de Glaría o la “18” del “Heidi” González. Y así fue, era el
único de naranja en un grupo de niños que solo conocían el blanco, el azul y el celeste y
blanco. Mis mesadas por esos años se las llevaba íntegramente Salo y Copesa, entre el
álbum del fútbol chileno y diarios y revistas en donde desilusionado comprobaba
semanalmente que Cobreloa no existía para la prensa centralista. Lo mismo en las
transmisiones radiales, siguiendo partidos ajenos esperando “la alarma de goool en
Calamaaa”.
Pasó el tiempo, fui creciendo y a la vez comprobando la grandeza del “Gigante Minero”. El
hecho de ser la gran resistencia de regiones al poder económico y mediático de los
“grandes” de Santiago, dotan a Cobreloa de una mística distinta a cualquier otro club del
país. Más que un tema futbolístico, tiene que ver con un fenómeno sociopolítico e
histórico que compromete a Calama, El Loa y a todo aquel que el regionalismo lo
represente. Cobreloa es más que un club de fútbol. Cobreloa es más que un gigante que
no tuvo infancia ya que nació grande. Cobreloa es más que el vice subcampeón de
América. Cobreloa es más que ser el mejor local en la historia del fútbol sudamericano.
Cobreloa es más que el nobel club multicampeón del futbol chileno. En la camiseta
naranja se conjugan la gloria deportiva, la mística y los valores de una hinchada familiar
esforzada y fiel, la más grande de Chile, que colma cada quince días las tribunas
visitantes a lo largo del país.

Estuve el 21 de diciembre en El Monumental, dando la vuelta olímpica en el histórico
bicampeonato naranja del Clausura 2003. Pero también sufrí en la tribuna sur del Nelson
Oyarzún ese desgraciado día de mayo del 2015, cuando en Chillán se consumó un
descenso nefasto orquestado por la corrupta ANFP en confabulación con una
administración delictiva que ha tenido por años capturado a nuestro club.
Para finalizar, creo sinceramente haber sido testigo de más sufrimientos que de épocas
doradas, pero estoy seguro que para Cobreloa se vienen mejores días. Sé que mi
testimonio es compartido por miles de loínos y loínas que sufren a distancia por este ser
amado, que no es perfecto, que tiene aún muchas falencias y problemas pero que nos
sigue llenando el alma de ilusión y esperanza cada vez que ese puñado de guerreros
naranjas salta a la cancha. ¡A persistir hasta triunfar zorros del desierto, el futuro será
nuestro!

1 comentario en “La Columna De : Jorge “Chillanejo” Cabezas , “TIEMPOS DIFÍCILES PARA SER NARANJA””

  1. La historia de Jorge “Chillanejo” Cabezas, es también mi historia y la historia de la gran mayoría que vive lejos de Calama, inclusive muchos que no conocen Tierra Santa y que ni siquiera saben donde queda, pero que son motivados por esa pasión que nos llena el alma, que se mete en nuestra piel y nos convierte en amos, también en esclavos, que nos ha dado dicha y también tristeza… eso es COBRELOA, un grande que llegó a ocupar parte de nuestra existencia, que se metió en nuestra vidas tal cual fuese un pariente… un pariente querido al cual debemos ayudar, querer y apoyar.
    “Chillanejo” nos representa fielmente con su historia y su apreciación, solo cambian los protagonistas, el lugar y tal vez los tiempos… yo por ejemplo estuve en la gloria misma, mi historia empezó antes, vi a Cobreloa por primera vez un 07 de Diciembre de 1980 cuando ganó su primera estrella, fue un amor a primera vista, me deleité con jugadores como Ahumada,Pedetti, Tabilo, Mario Soto, un impasable Armando Alarcón, un fabuloso Víctor Merello. ¿cómo olvidar esa cita con mi destino? ¡Imposible!
    Viví en directo esas Copas Libertadores, donde mi pasión subió a mil y donde vibre con cada encuentro, con cada triunfo y lloré de impotencia en esas dos finales perdidas, como también lo hice el 2015 cuando perdimos la categoría y en el 2018 cuando teníamos todo para subir y Cobresal nos mató la ilusión.
    Tuve el privilegio de ver en cancha a un plantel de verdaderos guerreros, un siete pulmones como Puebla, Juan Carlos Letelier, Jorge Siviero, los hermanos Gómez, mi amigo Trapo Olivera, Fournier, Merello, Tabilo, Covarrubias, Alarcón… verdaderos monstruos,
    lamentablemente la bonanza se fue diluyendo y nos fuimos resbalando poco a poco hasta caer al abismo… abismo en que hoy estamos, pero no hay mal que dure mucho tiempo… el optimismo, la fe y la esperanza prevalecerán siempre en el verdadero hincha, el que está en la buenas y mucho más en las malas, el que sueña semana a semana con una mejor suerte y que sufre en silencio con la noble convicción que de esta saldremos.
    Amigos, COBRELOA es grande y seguirá siéndolo… sé que volverá a su sitial, pero solo, es difícil, por lo tanto debemos estar ahí… nuestras vibras positivas ayudarán a lograrlo.
    ¡Vamos que se puede!
    Esteban Luján

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